El deporte es una buena forma de prevenir algunos problemas de salud. Si se entrena el corazón se reduce el riesgo de desarrollo de cardiopatías y de enfermedades cardiovasculares, pero la práctica de deporte no implica que el paciente olvide medidas fundamentales como una dieta baja en grasas o dejar de fumar.
La práctica moderada de deporte junto a la observación de otros hábitos de salud tiene consecuencias inmediatas en la reducción de los factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión arterial, la arterioesclerosis, la obesidad y la hipercolesterolemia.
Con el ejercicio físico mejoramos la capacidad orgánica del corazón, disminuyendo la necesidad de oxígeno y reduciéndose la tensión arterial con lo que la necesidad de utilización de fármacos es menor y se mejora la calidad de vida.
Se aconseja la realización de ejercicio entre tres y cinco veces por semana, controlando la frecuencia cardiaca con el fin de que ésta se mantenga dentro de niveles de intensidad moderada. Las actividades más recomendadas son andar rápido o correr a un ritmo suave, montar en bicicleta y nadar.
Si la capacidad del corazón se ve afectada ya sea por enfermedad de las arterias coronarias, por un problema en las válvulas, arritmias intercurrentes o a nivel del propio músculo cardíaco, el tratamiento se orientará a corregir o minimizar la causa y mejorar secundariamente la capacidad.
Contamos con la tecnología adecuada para poder estudiar y valorar el corazón del paciente y tenemos la experiencia necesaria para dirigir el tratamiento de la misma, valorando la tolerancia al ejercicio y así determinar unos niveles de realización seguros del mismo.
En el otro extremo del espectro en la especialización, realizamos screening de causas de muerte súbita del deportista, valoración de cardiopatías adaptativas y detección de umbrales para planificación del entrenamiento y mejorar el rendimiento.